Dicen que desde los acantilados de Muxía, los días sin bruma se puede ver América
A veces te siento, mirando lánguida con una pasmina sobre tus hombros contemplando el mar. Giras, te diriges hacia la iglesia que los mareantes han dedicado a la Señora que les protege en su marinar. Te sientas sobre la roca en equilibrio, entornas los ojos y recuerdas
Hace tiempo, un marinero hacía las siete mares. Era locuaz y bravucón. En cada puerto tenía un amor. Enamorado de todas el marinero, había sembrado su semilla en cada jardín
Su mundo, su amada, su amante era la mar. En algún lugar bajo las aguas próximas a Muxía, Maruxaina, sirena joven vivía ajena al mundo de la superficie. Había oído hablar a su madre sobre los humanos, seres como las sirenas pero con patas como los cangrejos.¡ El mero hecho de pensarlo la producía horror a Maruxaina. !
Miraba hacía arriba y veía una claridad azulada que de siempre la intrigó. Una noche, decidió ascender y llegándose hasta unas rocas cercanas a los acantilados contempló el mundo de la superficie. Vio un cielo oscuro plagado de puntos luminosos como el brillo de sus escamas. La brisa la llegaba fría y presa de miedo, se regresó a las profundidades de su mar protector
Pero el mal ya estaba hecho; había bebido en el vaso de la curiosidad y un amanecer volvió a ascender a la superficie. Y lo que vio, la gusto. Y vio colores. Y sintió calores. Sentada sobre la roca, pudo ver como un telón grisazulado de la bruma era a poco levantado por un sol que dominaba el cielo y contempló los verdes puros de la tierra cercana y sintió en sus mejillas, en su piel desnuda toda, la brisa cálida que llegaba de tierra adentro, con olores a humo de chimeneas; y cómo las gaviotas revoloteaban cerca de ella
¡ Qué pena de hermoso mundo, habitado por monstruos bípedos horrorosos ! se dijo. Y descendió cantando una triste canción de amores no correspondidos
El destino hizo que una noche de luna llena, la mar cambiara su genio y trajo al Septentrión de sus lugares de invierno y levantó olas mas altas que el volar de las aves. La espuma salpicaba las estrellas. El marino se aferró a su timón ¡ Bajad velas…girad tres cuartos… rumbo a puerto seguro…! , gritaba el marinero Pero su amada esta vez le quiso sólo para ella, y de un certero golpe le arrancó del timón y las aguas de envolvieron ansiosas de su cuerpo, en íntima comunión Y el marinero descendía y descendía braceando, los ojos desorbitados, hasta que vió como una luz se le acercaba. Es la muerte pensó, cerró los ojos, y se entregó …
No tengas miedo, sintió que le hablaban, abrió los ojos y vió que tenía a su lado una joven, de ojos azules y largos cabellos dorados y la sonrió. Más la sonrió al ver su precioso cuerpo semidesnudo Luego gritó ¡AAAAHHHHH ! al ver que era una sirena. No es verdad lo que me esta pasando, se dijo, las sirenas no existen
Yo te salvé , vi que no podías vivir dentro del mar como yo No te asustes le dijo Maruxaina, yo al verte pude superar el horror y miedo que me distes cuando te vi tan deforme. Se miraron y rieron a la vez los dos. Eres hermoso dijo ella, mientras él la acariciaba los cabellos ¿Cómo te llamas? Maruixaina- contestó; la trajo hacia sí, y la beso. Hicieron el amor durante dos días y dos noches sin parar Al tercer día, el marinero dijo: Maruxaina, debo partir por esos mares de Dios. Ella dijo: espera, te traeré un recuerdo para que siempre me tengas presente Y descendió. Apareció al momento con una caja de bronce. No la abras hasta que no estés en tu mundo. Y cuando ya la silueta del marino se perdió por la linea del fin del mundo, ella rompió a llorar ( Por eso saben saladas las aguas de mar cercanas a Muxía ). Sabía que era todo imposible, y que, jamás le volvería a ver. pero, ¿ quizás llevara su fruto plantado en su jardín..? Cuando llego a su casa, el marinero entregó la caja a su madre dentro había un mejillón de negra cascara, sobre ella en primorosa filigrana blanca, un molusco había trazado un hermoso dibujo. ¡ Qué hermoso! dijo la señora, lo copiaré y lo repetiré con hilos de fino algodón. Así nació el Encaje de Camarillas
Desde la piedra sobre la que estabas postrada, abriste los ojos y sonreíste por la historia hermosa que un marinero y Maruxaina vivieron Su fruto: algo muy hermoso que jamás, jamás el tiempo puede borrar.