![]() |
" Colores de Murfreesboro " Acrílico sobre tabla |
Más allá de las montañas brumosas, donde se fabrica la lluvia que pinta de verdes los prados.
Al otro lado de los profundos y revueltos mares, de oscuras aguas negras como los pensamientos de los Les Chi, espíritus malignos del bosque; vivía un rey que tenia un huerto.
Era la niña de sus ojos, cada mañana con su azada mullía la tierra, quitaba las hierbas malas, y admiraba su primicia: El manzano del centro , el que daba como fruto manzanas de oro.
Cada día contaba los frutos que crecían en él. Y vio que algunos días le faltaba una manzana de oro. Puso guardias alabarderos que con antorchas vigilaban en las noches su preciado fruto. Pero no dio resultado.
Un día mandó llamar a mi antepasado Simbad y depositando su confianza en él, le puso de vigía
Simbad era un simple mozo de cuadra valiente y generoso , que siempre había servido con eficacia a su rey.
Esa noche, cuando la niebla se abría camino entre las hortalizas y los árboles, Simbad vio descender unas llamas iríscentes desde el cielo, entre chisporroteos de colores que parecían cohetes en la noche de San Juan.
Simbad quedó asombrado de la belleza del Pájaro de fuego, extasiado más bien. No se atrevió a molestarle contemplando su belleza.
Largas plumas como las del pájaro quetzal le cubrían: el Creador se había tomado con él, una licencia para asombrar a los humanos.
Vio como el Pájaro de fuego, tomó con sus garras una de las manzanas de oro, la picoteó para saborear su néctar, y levantó después el vuelo
Simbad, sólo pensaba como justificar ante su rey su inclumplimiento de protección del manzano.
El rey escuchó en su sabiduría , sereno las explicaciones que Simbad le daba; y tras unos minutos de reflexión dijo: Muchacho Simbad: tráeme ese Pájaro de Fuego.
Simbad tomó el mejor caballo negro, para ser confundido con las sombras de la noche, y se dispuso ir en busca de su objetivo.
En su caminar y antes de llegar al bosque justo en su límite, como guardián se le apareció de entre unos matojos un gran lobo gris, que le dijo: Te ayudaré a traer a tu rey al Pájaro de Fuego.
El gran lobo gris le dijo: Prepara una mezcla de cerveza, pan y queso y déjala entre las ramas del manzano de los frutos de oro.
Y así lo hizo
Esa noche, Simbad y el lobo escondidos vieron como el Pájaro de Fuego descendía entre resplandores de colores.
Aquello era el arco iris en medio de la noche
Se posó en unas de las ramas , y cuando iba a hacer presa una manzana de oro, olió al viento, y se dirigió hacia la mezcla que había preparado. La probó, y fue tan de su agrado que allí mismo deglutió todo lo preparado.
Eructó e hizo intentos de levantar el vuelo; pero.... he ahí ese pero.... le fue incapaz de
conseguir. Estaba tan pesado que en vez de volar, se desplomó al suelo.
Simbad tomó el Pájaro de fuego, y con mimo le metió en un zurrón.
A la mañana siguiente en presencia del rey, se le ofreció como regalo.
El rey, desde entonces le mantiene como su tesoro más preciado, es más, una vez a la semana le provee de una manzana de oro.
Insaciable egoista y déspota el rey, le propuso ir a por una princesa de un reino lejano más allá de donde el sol se pone cada tarde.
Había oído hablar de su extrema belleza y de propuso: Simbad tráeme a la princesa para mí, y te recompensaré con lo que me pidas.
Simbad partió, y esta vez, en vez de a caballo, cabalgó a lomos de su ya inseparable amigo el lobo gris.
Alquiló una barca de dos palos, ligera y segura. Los vientos le acompañaron y llegaron al reino en el que el sol duerme todas las noches. Se dirigió al castillo de la princesa hermosa: Zuleima no era bella, era hermosísima
El sol se repartía por cada cabello resplandeciendo y el cielo había copiado sus ojos
La nieve envidiaba la pureza y blancura de su piel
Y su sonrisa..... ayyyyyy !, su sonrisa....enamoraba a todo el que la miraba.
Y Simbad se enamoró
Zuleima que no podía ser menos, se enamoró de mi antepasado.
Simbad se dio cuenta que no podía regresar a su país, con Zuleima, ya que el rey la querría para él. Se lo contó al lobo gris entre gemidos y llantinas
¡ Qué infeliz soy lobo....!encontré mi manzana de oro en Zuleima y ella me encontró a mi, pero mi rey y señor me robara mi único tesoro
No te preocupes Simbad, le dijo su amigo el lobo gris. Déjalo de mi mano
Así, sobre el seguro lomo del lobo gris, regresaron hasta llegar a las fronteras de su reino
Entonces... (jejeje ni antes ni después justo entonces), El lobo gris adquirió la imagen de Zuleima y de la mano de Simbad, se presentaron ante el rey, que maravilló de la belleza increíble de la princesa.
El rey en su locura, la tomó por la cintura y la besó en los labios. Pero..
(He ahí otro pero que cambia el curso de esta historia)...Pero, el rey , primero sintió humedad fresca en el beso, luego vio el hocico del Lobo gris entre sus labios.
El susto fue tan grande, que el reino rabió y murió en el acto ( el acto de morir, claro, pues no hubo ningún otro tipo de actomas).
Y así fue como Zuleima y mi antepasado Simbad se hicieron con el reino y ante el júbilo de sus súbditos fueron proclamados reyes y monarcas, hasta que la muerte les separe.
En agradecimiento, Simbad se fue a ver al Pájaro de Fuego...
La cautividad le sentaba mal, apenas brillaban sus plumas, su fuego eran ascuas a medio apagar.
Simbad comprendió el motivo de su tristeza, y agradecido por haber sido el inicio de su propia felicidad, dio libertad al Pájaro de fuego.
Desde la ventana en el atardecer de su país, Zuleima y Simbad contemplaron como el Pájaro de Fuego ibafloreciendo en su colorido, hasta ser la envidia del arco iris, que en lontananza contemplaba la escena, con una sonrisa como la que tú pones ahora.