| Joven del ciprés Puntillismo en tinta china |
Mario, mi amigo arqueólogo, me lo contó el fin de semana pasado:
Hoy yo aún estoy tan descompuesto como él
Desde que me contó la historia del ciprés sin sombra, las noches de luna llena me aterran y el sueño solo me abraza cuando debo levantarme, ya en el alba
Mario fue a supervisar un convento semi derruido que existe cerca de Granada
Desde la huerta limitada por una alta valla se puede ver dominándolo todo ,
el hermoso conjunto que forma La Alhambra
Mario procedió a levantar estacas para realizar su trabajo: cuadrículas de cuerdas que facilitarían su trabajo. A media tarde el sol generoso de este invierno atípico se agradecía, y se fue a sentar a tomar un bocado y un refresco bajo un alto ciprés de lo que fue el claustro del semi derruido convento
Buscó una posición que le preservara del sol, y al final simplemente se apoyó en su tronco ya que el sol incidía tan vertical sobre el ciprés que no proyectaba sombra alguna
Esa noche, contactó con el hermano Ignacio que le ofreció hospedaje y una escueta cena monacal.
Al día siguiente Mario al llegar al lugar de su trabajo, me contó que desconcertado vio cómo la tal cuadricula que había dejado replanteada el día anterior…había sido modificada
Ahora se veían parcelas pequeñas en diferentes lugares de lo que fue el jardín del claustro. Mario enfadado se dirigió a el hermano Ignacio, único monje que quedaba en lo que en su día fue centro de Dios
¿ Hermano…por qué me ha hecho esto ? le inquirió Mario
¿ Qué pasa hombre de Dios ?, exclamó el hermano Ignacio
Juntos, se llegaron a lo que fue el claustro y...
El hermano Ignacio al verlo se dio la vuelta llorando y dirigiéndose al ciprés le gritó:
¡ Todo era verdad !
¡ Todo era verdad !
Mario no entendía nada
El hermano Ignacio, ya más calmado le dijo a mi amigo Mario
Venid, os contaré lo que era una leyenda y ahora se manifiesta como una historia cierta. Hace cuatrocientos cincuenta años, este convento era la vida de toda la zona, su huerta, sus rebaños…Hasta que …Hasta que un día un monje se enamoró de una joven mora
Se dice que su belleza se la había proporcionado el mismísimo diablo; el caso es que el monje llevó y ocultó a la joven mora en un aposento del convento
y cada noche se abandonaban a la carne. Hasta que la joven mora quedó embarazada
El hermano se asustó y quitó la vida a la hermosa mujer, una noche de luna llena.justo a los pies del ciprés del claustro. luego, abrió la tierra y la sepultó cerca del ciprés
El hermano no superó su vergüenza y su cobardía y una noche de luna llena se ahorcó
Fue enterrado en el jardín del claustro, ya que no es tierra santa
¿ Entonces ? dijo mi amigo Mario: las cordadas que ahora hay señalan las tumbas de…?
¡ Pero si hay muchas !
Si, asentó el hermano Ignacio. Terminaré la historia
La joven mora cada noche de luna llena recuperaba su cuerpo y seducía a un hermano que moría dulcemente entre sus brazos, con una tremenda erección que hacía difícil introducirles en la caja mortuoria
El abad fue la siguiente víctima veintiocho días después
En el convento se hacían corros en torno al ciprés y los hermanos hablaban más de la cara de felicidad de los difuntos, que de la desgracia que suponía morir de esa manera
Mientras el ciprés había dejado de dar sombra ni la proyectaba al alba ni la proyectaba al atardecer
Y así es como lo sé y así es como os lo cuento. Esta ahora historia, que yo la tomé como leyenda, pasó de boca en boca durante siglos entre los hermanos de este convento. Ya…sólo quedo yo y…esta noche hay luna llena
¡ Qué sea lo que Dios quiera…!
Mario, cuando me contaba toda esta historia no paraba de decir:
¡ Si vieras… si vieras la cara de felicidad que tenía Ignacio al día siguiente , muerto, al pie del ciprés sin sombra !
Al menos morían felices! jajaja. Una historia que bien merece ser contada. Un abrazo Rodolfo
ResponderEliminarQué leyenda más original y bonita
ResponderEliminarSiempre la Iglesia,que no Cristo,puso nombre a la mujer y al sacerdote:mujer,carne,pecado
Qué biem que ahora ya mo pasa igual
Besucos
Gó