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| " La casona entre el cielo y la tierra " acrílico sobre cartulina |
Hacía tan sólo unos días que mi abuelo había fallecido.
Allá en Gredos, la casona familiar, había permanecido cerrada, con sus sábanas ocultando los muebles, dando un aspecto fantasmal a las estancias.
La casona, "Entre el cielo y la tierra" como le gustaba decir a mi abuelo, con su largo porche de viguería y pilares de madera, tan cercano a las plantas olorosas: jazmines, romero, tomillo, lavanda. Cualquier ligera ráfaga de aire fresco, en verano todo lo perfumaba .
El patio con la fuente de copa de un solo chorro. En cada esquina del jardín, los uno de los cuatro árboles del mediterráneo: el almendro, el olivo, el naranjo y el laurel
Ese fin de semana un impulso irreflexivo me hizo dirigirme a la casa familiar. Hacía años que no subía al desván, era algo complicado hacerlo.
Traje la escalera y empujé la trampilla que en el techo da acceso; tardé unos instantes en acomodar mi vista a la oscuridad. La única ventana, se enmarcaba entre los resquicios de luz que filtraba.
Todo eran bultos informes. Abrí el frailero de la ventana, y entró en tropel la luz, invadiendo de colores y escondiendo las sombras de la estancia.
Muebles, sillas, una mecedora, un baúl, una columna de escayola, cuadros, maletas con ropa antigua, cestos con más ropa, juguetes viejos una cómoda y un espejo, empañado, sucio.
Limpié un poco la mecedora, entorné los ojos y me trasladé a cómo mi abuela Mercedes, me dormía meciéndome en ella, mi cabeza en su blando pecho, y su olor a café con leche y galletas María.
Tomé una carpeta, de gomas, la abrí: había fotos antiguas de mis padres, mis tíos, mis abuelos…
Toda una vida familiar contenida en ese desván.
Me fijé en el espejo, su marco antiguo, algo picado de carcoma , era de nogal español de color caoba. Limpié el cristal, la imagen que veía no la reconocía.
Pensé, sera un cuadro; pero, le giraba y se reflejaban los bultos, cada objeto del desván.
Sin embargo… cuando lo enfrentaba a mí no era mi cara la que reflejaba. Dejé el espejo, en el suelo, asustado, y procedí a marcharme, algo confuso
Iba ya a descender, cuando me dije: Javier, estás tonto?. Tomé de nuevo el espejo y sin abrir los ojos pregunté:
¿Quién eres ?
Sólo silencio.
Abrí los ojos y la misma imagen de antes seguía reflejándose
Era un señor mayor, y si yo giraba la cabeza a la izquierda, la imagen también lo hacía.
Apreté los labios, levanté una mano. El reflejo también lo hacía.
Terriblemente asustado me dispuse a descender por la escalera, cuando una voz familiar me dijo:
-"No te vayas-"
Balbuceando pregunté:
¿Quién eres ?
-"Soy tú mismo". me contestó
Ja jaja jajaja reí histericamente, más por el miedo que por la gracia que pudiera hacerme
Pensé: hoy desayuné en exceso, seguro que todo es un sueño y me he quedado dormido en la mecedora.
¡Venga yaaaa …! exclamé
La voz, pausada me contestó: Hace 12 días murió el abuelo Víctor, verdad?
. Me temblaban las piernas.
Él te regaló la primera moneda de tu colección numismática: Un real de vellón, de Carlos II, ceca Segovia y estado ploof de conservación.
Me senté en el suelo. Estaba catatónico
Comencé a mirar mejor la imagen que reflejaba, tenía entradas, el pelo canoso por las patillas, unas bolsas en los ojos, sin el brillo que ahora tienen, pero no cabe duda, era mi mirada …si, es verdad, podría ser yo . No entendía nada.
-" Rodolfo soy tú… o tú eres yo, como quieras "-
-Mírame a los ojos, le dije. Eres real? atreví a preguntarle.
¿Eres real ? me preguntó a la vez él a mí. ¿Cuál realidad, la tuya…la mía ? Sólo nos separa un cristal
Luego cambiando por primera vez la mirada de manera autónoma, y como hablando consigo mismo, me contestó: Mira Rodolfo, mientras volvía a mirarme a los ojos. Te contestaré.
Hace treinta años, a los 12 días de fallecido el abuelo necesité ir a la casona familiar , en busca de retazos de mi niñez.
Y encontré el espejo.
Ahora regreso, tan sólo para estar, al otro lado de su cristal...para ti
.

Genial ese final. Las historias de desvanes, y d objetos obsoletos, nos traen la conciencia del paso del tiempo, y qué mejor manera que ese espejo donde un yo envejecido nos convence de que tenemos futuro. Inquietante.
ResponderEliminarUn abrazo
De verdad que no lo había planteado tal y como lo ves tú. Pero tienes toda la razón. Saber que tenemos un futuro es en la juventud la confirmación que puedes vivir desenfadado.
ResponderEliminarA veces no se sabe que comentar cuando algo es bonito te gusta y lo has leído en el silencio mirando la luna la noche es más bella , las palabras bailan y..... que duermas bien escritor
ResponderEliminartomo tus palabras como un halago que agradezco, dólo discrepo dn tu última palabra escrito. Soy un pega letras y lo digo sin como lo siento. Gracias
Eliminaracepta los piropos que te decimos ,sin alterarlos, con inseguridades es una manera de crecer sin darse cuenta te lo prometo
ResponderEliminartomo nota. gracias, siempre por tus cariñosos comentarios
EliminarQué bueno!!
ResponderEliminarPrimero te diré que el mundo de los desvanes o buhardillas ,me apasiona.EN ellos duerme en realidad nuestro pasado.Todo aquello que de niños conocimos e incluso lo que desconocimos!!
Y el espejo,Rodolfo,ese otro YO,que no se separa de nosotros,que nos habla a cada instante..Así es amiguco.Somos ,fuimos y seremos,hasta que dejemos otra buhardilla
como la del abuelo
Escribes con un fondo muy profundo;escribes como sientes,escribes cada día con más sensibilidad y eso...es bellísimo!!
Besucos amiguco bueno
Estoy de paso,pero volveré cuando la cabeza de dé permiso(sonrisa)
Por cierto
la pintura es tan limpia ,tan dulce...Me encanta!!
Gó
gracias Gó, es por que soy uno más, una de esas personas con las que te cruzas por la calle y no le prestas atención, por eso escribo como ese hombre de la calle, accesible.
EliminarEspero seguir leyendo cuando lo decidas