En aquella casa vivía una mujer que se quedó embarazada de un deseo.
No es un cuento de hadas, dijo mi sirena, nunca conocerás el final de la historia...
Todo ésto fue este verano tan caluroso. Mucho después de despertar a aquella mujer embarazada que dormía sobre la hierba de mi jardín.
La vi llegar como loca llamando a las puertas e intentando gritar sin voz.
Había perdido la voz, y parece que fue a buscarla a una ciudad lejana.
No he vuelto a oírla ni verla.
Otro día buscándo encontré unas alas de libélula, me las puse y sobrevolé tu ciudad
Vi que tu cuerpo estaba siendo invadido por caracoles. Me quedé allí parado, como una estatua mirando, tú me decías: Rodolfo pon la mano en mi ombligo siente como yo el tacto húmedos y cálido de los caracoles por todo mi cuerpo
Noté que algo caliente subía por tu pierna izquierda, vi un caracol verde. Subió hasta tu vientre y se me metió por el ombligo. Te inundó de calor
El caracol verde sueña todo el día bajo tu ombligo y viaja toda la noche por tu cuerpo sensible
Sus viajes son lentos, con calor de saliva. Sus sueños extremadamente senxuales
Hay un pianista en el edificio... esta ensayando, ahora escribo, con musiquita y un té frío, muy tranquilo
Ha vuelto a tocar el pianista la misma pieza
No asocio a los caracoles con algo sensual, por más que quiera jejeje. Precioso y poético tu relato. Un abrazo, que tengas un muy buen fin de semana
ResponderEliminarBuenas letras es la madrugada a lo lejos la noche encantada Fluir ser vivir disfrutar amar crear todo eso y más
ResponderEliminarabrazos siempre
Hola amiguco
ResponderEliminar!Hoy el cuento de hadas es diferente
Pero tienes un ingenio que no se puede igualar
Muchos besucos y cuidado con los cazadores de caracoles
Gó