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15.3.19

Mis viernes: La ventana


" La barca de Caronte "
Puntillismo
( Sin terminar )


Eternamente estoy en deuda con Ignacio mi compañero de habitación en el hospital de mi ciudad.


Hace dos años, tuve un grave accidente de coche, la rapidez de el Samur salvo mi vida. Me dirigía a Barcelona para entregar una documentación y ya de paso supervisar otros temas, en la delegación que mi empresa mantiene en esa ciudad.
Más tarde me contaron que debió de ser un inoportuno pinchazo, que hizo que perdiera el control de mi coche, dando varias vueltas de campana. Recuerdo un túnel en mi mente, por el que inexorablemente me dirigía, incapaz de resistirme. Al final se veía una luz cegadora  y supuestamente sombras que se movían entre la luz 
Una gran paz me envolvía

Algo me hizo retroceder cada vez más rápido sobre mis pasos
Comencé a oír por primera vez…"ya regresa…"… "más adrenalina en vena"..
luego un sopor tranquilo
Cuando desperté, magullado con mis piernas enyesadas, costillas  rotas y mis ojos vendados oí la voz de alguien, que me hablaba
" Vaya, por fin tendré un compañero de habitación que no solo duerme ", me dijo socarronamente
Mire hacia la procedencia de la voz y aun desconcertado le dije: ¿ Dónde estoy?
Estamos en el hospital reparando nuestros cuerpos, al menos tú
Me llamo Rodolfo, le dije , ¿ qué pasa que no veo?
Hola Rodolfo, yo me llamo Ignacio, tuviste un grave accidente, lo mío es rotura de la caja de cambios jejeje,  rió ignacio, tú eres joven y te pondrás bien en dos días.
Me serené, luego durante el día médicos que van, que me oscultan que me preguntan….
con la noche al fin llegó la tranquilidad.
A la mañana siguiente Ignacio se acercó a la ventana de la habitación y comenzó a hablarme.
Hoy el parque esta precioso, se nota que el otoño baña de luz dorada los verdes
Siempre me gustó esta estación, dijo Ignacio, es la más grata en temperaturas y en coloridos. Ahora mismo es un primor ver el verde del parque alfombrado de hojas doradas. Árboles con hojas naranjas, otros en un verde intenso….
Esta mañana, cuando aún tú dormías, vi como una bruma azulada manaba del suelo, tiñendo de  ese color como un velo.  los ocres, verdes y dorados.
Yo escuchaba, Ignacio era un buen narrador
¿ Mira Rodolfo, en este momento veo a una chica preciosa, tendra… 24, 25 años?
Viste falda vaquera de esas como desgastada, un niky blanco y una chaqueta de punto negra, sin abotonar.  Se ha sentado en el banco más próximo a nosotros. Ahora saca una carta de su bolso. Seguro que es una carta de amor, de esas escritas con tinta de bolígrafo azul y palabras que hacen sonreír 
¿ Ves?, la chica sonrie… jejeje ¿ qué te decía…?
La estancia de estos días ciegos para mí, fue muy llevadera gracias a las palabras de Ignacio. Cada detalle que veía, me lo relataba…y yo en mi mente lo iba viendo tal cuál me contaba.
Una noche, me dijo que, se veían luciérnagas desde la habitación, que entre las matas del jardín cercano se veían las lucecillas verde anaranjadas de diminutas luciérnagas, recorrer las hierbas amargas, más próximas a la acequia cercana
Mi abuela me decía que las luciérnagas, brillaban, por que las almas transparentes de las personas buenas, se engendraban en ellas. También me decía que las luciérnagas eran  pequeños duendes que guardaban los sueños aún por cumplir de la gente.
De niño, yo me preguntaba  ¿ Por qué no vuelan las luciérnagas?, quisiera una noche sin luna verme rodeado de una lluvia de pétalos vivos colores  de luciérnagas voladoras….
….
Esa mañana, los médicos habían traído buenas nuevas para mí, pronto las vendas, que protegen mis ojos serán quitadas. Mis piernas aún tendrán que esperar más tiempo.
Sin embargo a Ignacio, las cosas, su caja de cambios como él dice, no le van bien.
El oxigeno comenzó a formar parte inseparable de él.
Aun así, Ignacio tras la siesta no dejaba de asomarse a la ventana, y ya, entre toses, me seguía relatando lo que el parque ese día nos regalaba.
Parejas que se robaban besos en la creencia que nadie les veía.
Niños que volaban cometas entre carreras y gritos que yo jamás llegue a oír.
Una mañana, ignacio simplemente no despertó.
….
¿Almudena, la dije a la enfermera que me atendía, seria posible cambiarme de cama, para estar mas cerca de la ventana? Claro que  si, me contestó Almudena.
Al día siguiente, en lo que supuse que era la mañana, me incorporé sobre la cama, sentándome, y alce un poco mi vendaje.
Me deslumbré, había sido tanto tiempo a ciegas, pero pasados unos pocos minutos, sorprendido vi que había recuperado perfectamente mi visión, veía nítido formas y colores.
miré hacia la ventana, deseaba ver si el parque se parecía a tal y como yo me lo había imaginado durante mi forzada ceguera.
En frente de la ventana…. ¡ SOLO HABÍA UNA PARED !

2 comentarios:

  1. Me ha gustado tanto esta historia que iba viendo también yo lo que IGnacio de iba diciendo-
    NO esperaba ese final,pero te aseguro que la bondad del protagonista "secundario"ganó toda la generosidad del mundo
    Y cuánta gente hay así,que ayuda tanto sólo para que el otro se sienta bien en sus desdichas
    Precioso ROdolfo
    EL cuadro puntillista te va a quedar muy bien.Tiene un aspecto increible!
    Besucos

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  2. Una historia conmovedora narrada con maestría. Un placer leerte. Un abrazo grande, Rodolfo.

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